Introducción
Las historias de asombrosa vitalidad y radiantes de sentimiento que se compilan en este libro versan sobre la familia. Cada autor ha añadido una perspectiva —testimonial, indagatoria, puramente inventada,…— a este tema universal para dar forma juntos, en una fórmula innovadora de colaboración, a un libro multi-registro que incluye de forma natural películas como parte del texto. El proceso de creación de esta hermosa e intensa obra ha sido pues atípico, una experiencia en verdad novedosa para quienes han participado, para quienes la hemos ideado e impulsado, y esperamos que también para quienes le dediquen un tiempo de lectura. Experiencia novedosa al punto de que esta publicación podría quizás considerarse un hito, al menos en el ámbito hispanohablante.
Lo que sigue en esta introducción pretende ahondar esa idea y fundamentar una reflexión que pudiese ayudar a quienes en el futuro quisiesen abordar nuevas formas narrativas adaptadas a los nuevos dispositivos y hábitos lectores que ha traído la revolución tecnológica en curso.
Un libro multi-registro: el origen
¿Un libro con películas? Hasta hace muy poco tiempo eso hubiese parecido un delirio. Sin embargo, aquí está: un libro, este, de historias escritas con palabras y también con imágenes en movimiento y sonidos. Un libro que además es un fantástico compendio de fotografías de familia, un álbum universal.
Fotografía del relato “Culpa suya, Madame Coño”, de Maica Lasry Suárez
El origen de las historias aquí reunidas es una invitación realizada en el contexto del Club de escritura Fuentetaja, por iniciativa conjunta de la Fundación Escritura(s) y de Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja. Se propuso a los más de 30.000 miembros del club escribir una historia de carácter testimonial o ficcional inspirada en una fotografía de familia que debería acompañar al relato, bien como parte de la narración, bien al final de la misma. El recurso expresivo principal podía ser la palabra escrita, una serie de fotografías o imágenes en movimiento y sonidos. Se consideraban en el mismo rango los tres registros, así como varias de sus combinaciones.
El éxito fue arrollador: más de 700 historias recibidas, más de 400.000 visitas a esas historias (una media de casi 600 lectores-espectadores por historia en dos meses, una cifra elevadísima, incluso para escritores profesionales), más de 40.000 comentarios de los lectores a esos relatos, más de 30.000 actos de votación para elegir los artísticamente más afortunados.
Imagen que acompaña al relato “Historia de (mi) familia”, de Ani Ivanova
Una nueva forma de leer, una nueva forma de escribir
La propuesta original que desembocaría en este libro se acompañaba con una reflexión de fondo y distintos materiales que ayudaban a comprender la potencia del tema, así como distintas maneras posibles de aproximarse a él. Destacaba entre esos materiales (facilitados por el Taller de Escritura Creativa Fuentetaja) un testimonio del escritor W. G. Sebald, cuyo objetivo era hacer ver con claridad que no hay ningún conflicto en usar fotografías en un texto literario. Bien al contrario.
Atiendan por favor al interesante testimonio:
Sebald murió de forma prematura en el año 2001 en un accidente de coche. Por entonces aún era complicado pensar que algo llamado libro pudiese estar hecho de otra cosa que no fuesen páginas de papel. Hoy, sin embargo, el libro electrónico sí es posible y hasta familiar. De haber vivido lo suficiente, ¿habría abierto Sebald sus historias también a los sonidos y a las imágenes en movimiento? Es difícil saberlo. Sin embargo, la pregunta apunta a un gran tema.
Pensemos en lo que acaba de ocurrir hace un momento. Sin que propiamente hayamos dejado de leer (entre otras cosas porque hemos tenido que subtitular lo que Sebald nos contaba), hemos visto y oído a Sebald, hemos podido apreciar las cadencias de su rostro tranquilo sin que nadie nos las explique, hemos sentido la melancolía de su carácter, la ternura que asoma en su forma de mirar y que modula su voz. Todo sin que a quien esto escribe le resultase necesario más que apretar unas pocas teclas de su teclado para incorporar el video en continuidad con el texto que escribe. Todo de forma que, cuando ahora leen en este texto la palabra Sebald, ésta alcanza en la comprensión e imaginación del lector unas reverberaciones mucho más intensas y matizadas.
¿Realidad o ficción?
El asunto va más allá. Gracias al uso extraordinario que Sebald hizo de las fotografías en sus novelas, ensayos y relatos cortos, este maravilloso e innovador escritor encarna como pocos el pulso con uno de los grandes retos a los que se han enfrentado los contadores de historias desde los albores de la humanidad: hacer creíble lo que se cuenta, dotarlo de ese halo de verdad que es la quintaesencia de toda emoción auténtica, razón de ser del arte en su sentido más humano.
No en vano, habría que recordar a quienes no lo sepan, que W. G. Sebald fue profesor de literatura y de escritura creativa en la Universidad de East Anglia (Norwich, Reino Unido). Es decir, además de estar ante un gran escritor, estamos ante un estudioso capaz de sintetizar con la máxima brillantez expositiva el que quizás sea uno de los rasgos más característicos de la narrativa contemporánea y, a lo que vamos, de la tensión invisible que recorre el conjunto de las historias reunidas en este libro: la fragilísima frontera entre realidad y ficción.
Efectivamente, el sentimiento que nos envuelve al leer la mayoría de las historias aquí reunidas es de total credibilidad, de que estamos ante relatos y crónicas de hechos “reales”. Sin embargo ni mucho menos siempre son estrictamente reales. Y habría que preguntar: ¿tiene importancia determinar si es o no real lo que se nos ha contado en estas historias?
Portada de la lección filmada que impartí en 2012 sobre este tema en el marco del taller de escritura creativa 2.0
Recuerden esa pregunta al terminar este libro. Y si lo hacen, recuerden lo que Manoel de Oliveira, legendario y centenario cineasta portugués, respondió una vez: La memoria es la única verdad, pero la memoria es una invención. O la afirmación de otro gran cineasta, Víctor Erice, quien ha dedicado mucho tiempo y oficio a reflexionar sobre el tema: La ficción es la mirada.
Escribir con luz en páginas-pantalla
El hecho de que esta publicación pueda llamarse libro y a la vez albergue películas surge de que no es de papel sino de luz. Eso es lo que hace que, tras pasar una página, en la siguiente podamos encontrar una película. Sin salir del libro podemos verla, incluso, como es aconsejable, con el visor ampliado a toda pantalla. Luego, tras un simple clic, continuaremos leyendo palabras, salpicadas aquí y allá por fotografías. Ojo, fotografías que, gracias a la luz que las materializa, pueden llegar a alcanzar, según sean la pantalla y la compresión, una fidelidad de reproducción al original que ninguna imprenta tradicional podría igualar.
Imágenes que acompañan al relato “Lo tenebroso”, de Inmaculada Toscano
Dar a luz un libro hecho de luz: estamos viendo nacer un nuevo y apasionante territorio de expresión que sin duda traerá muchas nuevas sorpresas para el futuro de la creación, del arte, de los contadores de historias. Dado el carácter pionero que esta publicación tiene en ese sentido, parece adecuado extenderse un poco más al respecto.
Escribir con luz sería ante todo (aunque no solo) escribir con imágenes. Sin embargo, ante la evidente revolución de las formas de expresión y comunicación, y, por ende, de los lenguajes escritos (atención, la fotografía, la cinematografía son, sí, grafías, es decir escrituras: se escriben y se leen, aunque el cómo mejor hacerlo aún no se decidan a enseñarlo en los colegios, que ya es hora), ante la complejidad de los nuevos hábitos y usos de escritura cada vez más populares, no nos parece suficiente el nombre de páginas de luz. En Fuentetaja nos parece más adecuado, al menos de momento, el de páginas-pantalla.
De por sí hablar de pantalla ya es hablar de luz —aunque hay algún tipo de pantalla que funciona sin luz consiguiendo un efecto similar—. Sin embargo, decir pantalla es sobre todo lanzar un puente de asociación en dirección a los ordenadores y otros dispositivos hermanos, a internet, a nuevos ritos de socialización online sin fronteras (es decir en un ámbito de globalidad y ubicuidad), al hipertexto (links, textos enlazados, pop-ups, pestañas…). Además, por ese camino de sugerencias y asociaciones que aporta la palabra pantalla podemos continuar mejor el recorrido para llegar a lo que ha significado este libro en otra de sus novedosas dimensiones: la de proceso de creación colectiva.
Vidriera de creación colectiva
Ya he reivindicado en el comienzo el gran interés y mérito artístico de muchas de las obras aquí reunidas. Sin embargo, ese interés habría que defenderlo más allá del valor particular de cada historia. En este libro, las historias se apoyan entre sí gracias a la fuerza de un acusadísimo contraste, a la variedad de puntos de vista y de sensibilidades que se conjugan frente a un tema universal y sensible donde los haya: la familia.
Imagen de una cartera con fotos reproducida en el libro “Nosotros: un álbum colectivo del barrio de Lavapiés”. Casa Árabe de Madrid 2009
Tal y como nosotros percibimos esta publicación, estamos ante un gran relato colectivo en forma de collage. O vidriera, por eso de la luz. Es decir, ante un relato fragmentado.
Hablando de fragmentación: este libro asume su condición digital y, por supuesto, contiene enlaces. Un índice hecho de enlaces (en él los números de páginas varían automáticamente según el tamaño de pantalla y tipo de letra que cada uno seleccione en su dispositivo), enlaces que hacen multidireccional esta introducción, enlaces en cada relato al perfil de su autor en el club (donde en general se pueden encontrar otras historias del autor), enlace a los comentarios que recibió la obra en el club, donde a su vez los lectores de este libro podrán dejar nuevos comentarios.
Este libro es pues hipertexto, libro digital hasta las últimas consecuencias. Cada experiencia de lectura será en consecuencia una experiencia muy particular y única dirigida por cada lector: la selección del dispositivo, del formato, la elección entre configurar una linealidad en la lectura o alternarla con la lectura enriquecida por uno u otro de los caminos que sugieren las palabras o imágenes resaltadas con enlaces… El camino se hace al andar y así será como cada lector andará un libro diferente.
Alerta contra la demonización de la lectura fragmentada
Llegados a este punto me parece importante hacer una digresión: más allá de este libro, leer en el ámbito digital es en general y en mayor o menor grado una experiencia de naturaleza fragmentaria. Algo que no tiene por qué ser necesariamente malo, como entienden algunas interpretaciones en exceso catastrofistas. Esto ya traté de argumentarlo hace unos años en una lección titulada El paseo. Se puede ver aquí un fragmento para quien le interese ampliar la reflexión.
El paseo online puede ser una fuente de conocimiento. El paseante salta de página en página web “escribi-leyendo” el relato que mejor se ajusta a su curiosidad y su interés.
Por otra parte, gracias a la amplitud de percepciones que aportan sus decenas de autores alrededor de un tema tan sensible y emocional como el propuesto, la obra alcanza un enorme poder evocador, lleno de matices aportados por su fragmentación. Matices también lingüísticos pues aquí se dan cita usos y costumbres de las más diversas procedencias hispanohablantes. Esta riqueza de registros, enfoques, tonalidades, sutilezas narrativas y matices lingüísticos universaliza el tema, y no podría ser igualada por la imaginación y el oficio de ningún escritor profesional al proponerse escribir sobre la familia.
Muchos fueron los autores de estas historias que supieron aprovechar los comentarios que los lectores del club hacían a sus obras para modificarlas y mejorar así su relato antes de dar su publicación como definitiva. Algo parecido a lo que ocurre en un taller de escritura, aunque con menor profundidad que la que permite el marco de disciplina y mayor compromiso que se da en un taller literario bien organizado y bajo el comando de un coordinador experimentado. Con todo y eso, esos comentarios aportaron una valiosa utilidad y fueron clave para poder considerar como colectivo, colaborativo y solidario al proceso que hizo posible este relato de relatos.
Cada obra que un autor registrado incorpora al Club de Escritura tiene un espacio de comentarios. Algunas obras suscitan cientos de interacciones.
Antecedentes y un llamamiento
En conclusión, este libro es un gran salto adelante en una línea cuyo anterior paso fue el pionero relato web Cartas de amor y de guerra, difundido ya en 2009 como “novela para espectadores/película para lectores”. Resultado de un proceso que involucró también a muchas personas, iniciado en el año 2001 (es decir, por entonces vanguardista), en Fuentetaja le dedicamos muchos recursos de investigación formal e infraestructura tecnológica.
Es decir, hace ya quince años que venimos gestando el discurso aquí sintetizado y la pionera práctica creadora que nos ha permitido desarrollar, junto al talentoso tándem que forman los programadores Juanjo Gáspar y Antonio García, la sofisticada aplicación tecnológica que es hoy el Club de escritura Fuentetaja y, gracias a ella, entregarles a ustedes la también pionera experiencia que les aguarda en las páginas siguientes.
Antes de despedirme con unos agradecimientos, no quisiera dejar de hacer un importante llamamiento con el que cerrar esta reflexión en defensa de las nuevas posibilidades de las narrativas digitales:
Hay que enfrentar sin prejuicios y con mayor lucidez y rigor del que en general se acostumbra por parte de los profesionales de la escritura la reflexión sobre lo que las pantallas y la “escritura con luz” son capaces de hacer por la literatura, así como por la creación artística en un sentido amplio. Esa falta de rigor ha sido documentada y bien argumentada en el libro Resistencias con lo digital, de Enrique Ferrari Nieto, recientemente incorporado como colaborador a nuestro equipo.
Eso sí, cuidado, ese llamamiento no implica ni mucho menos negarle sentido a la desazón ante el territorio amenazado del libro tradicional, y aun más importante, no implica dejar de alertar sobre tantos peligros, muy reales, que entraña la progresiva digitalización del mundo, la virtualización de nuestras vidas y la algoritmización de las relaciones humanas.
En suma, llamar a analizar con más rigor las transformaciones que viene imponiendo el desarrollo tecnológico es también llamar a no bajar la guardia ante la inquietante y paulatina robotización de lo humano y la acelerada sustitución de lo orgánico por lo mecánico. Es tarea justamente de los contadores de historias saber contar lo que está ocurriendo con el incontrolado cambio de paradigma que parece estar afectando a las sociedades humanas y a la propia noción de lo humano. Creemos urgente tomarle el testigo con nuevo brío a los relatos con los que Aldous Huxley, George Orwell o Ray Bradbury nos alertaron tan atinadamente en su día.
—De ahí que el otro gran concurso que, junto al de Historias de familia, organizamos en el club de escritura sea El Dios Tecnología (nueva edición en marzo de 2015).—
Antes de despedirme, dar las gracias a Luis Collado por su compromiso en nombre de Google en la especial difusión de esta publicación en la plataforma Google Play. Y, sobre todo, dar las gracias a los autores, sin olvidar a los de las historias que no fue posible incluir aquí. Gracias a todos por su extraordinaria disposición y compromiso con el proceso colaborativo que supuso esta experiencia extraordinaria. Y al recordar que pronto habrá una nueva convocatoria de Historias de familia en el Club, habría que transmitir nuestro público agradecimiento a Antonio Basanta, quien en nombre de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez ha apoyado con entusiasmo nuestro enfoque y ha concretado un importante apoyo para mejorar las funcionalidades del Club, que permitirán a los autores ahondar en técnicas de composición multi-registro más avanzadas.
Ramón Cañelles López
Co-director y presidente de Fundación Escritura(s) y fundador de Talleres de Escritura Fuentetaja
NOTA- Los criterios de selección de las obras que componen este libro se deducen de la normativa del concurso Historias de familia. Su ordenación, en cierto modo azarosa, trata de acentuar la fuerza del contraste de las historias, así como barajar la muy variada procedencia geográfica de sus autores.