Admisión de originales: 15 de mayo a 17 de junio
Periodo de votaciones: 18 de junio a 9 de julio
Fallo del Jurado: 27 de julio
date de alta en el Club de escritura participa
Lo que tienen de muy bueno los talleres literarios es que allí uno se encuentra con gente para quien la literatura es algo real, importante.
Adolfo Bioy Casares
Con el estreno en España de la película El taller de escritura, de Laurent Cantet, hemos encontrado el mejor pretexto para convocar en el Club un concurso que recoja vuestras experiencias y expectativas con los talleres literarios: para explorar también aquí vuestro entorno, vuestra formación en la escritura si habéis acudido alguna vez a un taller (muchos de vosotros), o lo que creéis que podría ser, vuestras dudas o suspicacias o curiosidad si nunca habéis participado en uno.
Junto a Golem Distribución, que distribuye en España la película, hemos pensado en un concurso de microrrelatos: 500 caracteres para cada historia, para cada enfoque, en un ejercicio que para nosotros tiene inevitablemente algo de metarrelato, de ejercicio de introspección sobre nuestra práctica de la escritura con varios niveles en su sustrato. Al menos por dos motivos: 1) El Club de escritura se conforma a partir de las dinámicas del taller, busca motivaros para escribir, compartir lo escrito, comentarlo, analizarlo y reescribirlo, para aprender de la experiencia. Y 2) Un objetivo troncal de la Fundación Escritura(s) es introducir en la enseñanza obligatoria el taller de escritura para estimular la creatividad de los alumnos y permitirles una relación más intensa con el lenguaje y la literatura. Una alternativa al escritor encerrado en su torreón. Otra posibilidad, para nosotros más sugerente, aunque sea solo por aquello que decía Piglia: que todos los escritores son ciegos, que no pueden ver sus manuscritos, por lo que necesitan la mirada de otro. Con sus posibilidades didácticas: decía Chandler que la meta del profesor debía ser ayudar a sus alumnos a encontrar su manera de escribir, que su propósito no era imponer un criterio personal sino poder darse cuenta, según las leyes implícitas del criterio del alumno, de lo que no resistirá el paso del tiempo.
Las obras presentadas no pueden tener más de 500 caracteres, 5 fotografías y vídeos de más de tres minutos de duración. Pueden combinarse los tres registros hasta superarse en cada caso sus máximos.
Cada participante podrá presentar un máximo de una obra que deberá ser original e inédita.
La convocatoria comienza el 15 de mayo y el plazo de admisión de originales abarca hasta el 17 de junio.
Para poder acceder a los premios será necesario haber puntuado un mínimo de 10 obras en el periodo de votaciones, entre el 18 de junio y el 9 de julio.
El participante no podrá retirar su relato una vez cerrada la convocatoria.
El primer premio está dotado con 500 euros. Hay también premios al autor más votado por los miembros del Club y al mejor lector, por sus comentarios.
Nunca como hoy la escritura se ha convertido en un vehículo masivo de comunicación y expresión, ni nunca antes la capacidad de contar historias y canalizar poéticamente la experiencia se ha considerado un valor tan popularmente apreciado, al margen del ámbito de los profesionales de la literatura. Hoy saber contar historias es simplemente imprescindible.
Un taller de escritura permite desarrollar una parte fundamental de la formación integral de una persona: su capacidad de expresarse creativamente. Una capacidad, valga recordar, olvidada por los sistemas públicos de enseñanza, y también en la mayoría de los privados. Es decir, un taller de escritura no es para “ser escritor”, sino para cubrir una necesidad de formación esencial que nunca antes había sido atendida. Participar en un taller es una actividad con sentido en sí misma. Para muchas de las personas que se acercan a él, los lazos y las múltiples actividades que se despliegan en un taller enriquecen su mundo cotidiano, convirtiéndose en una parte importante de sus vidas. Porque permite, en el contexto de un grupo de trabajo constituido por personas muy diversas, contrastar las historias que uno tiene para contar. Eso permite además, con el paso de los años (un taller de escritura es una actividad de largo aliento), una evolución en nuestra forma de contar gracias a las opiniones de los demás.
La escritura es siempre un balance de la experiencia, las sensaciones, los sentimientos y las reflexiones que se van depositando en el día a día de nuestras vidas —además de una disciplina eficaz de ordenación del pensamiento—, configurando una identidad que necesitamos compartir con los otros. No en busca del éxito o el reconocimiento social, sino para recibir al menos el reflejo de cómo se proyecta nuestro mundo en la mirada de los otros. Un taller de escritura es siempre una comunidad de intercambio que cuenta además con el apoyo técnico de especialistas: la creatividad y la técnica creadora exigen un esfuerzo de aprendizaje que puede ser muy tedioso abordar en soledad. Porque hace tiempo que el común sueño de “ser escritor” se fue transformando en el deseo de escribir y compartir humildemente los resultados entre nuestros iguales, como una actividad cotidiana en la que mezclar la disciplina de un aprendizaje con la satisfacción de mantenerse en relación con quienes comparten ese interés por la creación. A quien la suerte y aun otros factores incontrolables le acompañen, podrá llegar a ser escritor o escritora, aunque no hay que dejarse engañar: esa no es una expectativa que le corresponda alimentar a un taller.
Talleres de escritura creativa Fuentetaja
Es difícil ser exhaustivos, pero podemos apuntar aquí algunos ejemplos en la narrativa contemporánea que pueden servirnos de referencia. El taller funciona bien de marco y atmósfera para la acción, y le da también al relato un segundo nivel metaliterario, de reflexión sobre la propia práctica de la escritura y su aprendizaje. Cada vez más los talleres se han convertido en tema para la narrativa. Desde el humor, o la distancia, o la nostalgia de los primeros pasos, o desde el conflicto -sin conflicto no hay relato- para el escritor que lo tiene como segundo oficio. Aparece en Los detectives salvajes, justo al comienzo, y en Estrella distante de Roberto Bolaño, o en Fantasmas, de Chuck Palahniuk. Aparece, obviamente, en la película de Laurent Cantet, y en Maravillosa familia de Tokio, de Yoji Yamada o en El autor de Martín Cuenca. Y aparece también en tres grandes relatos de Etgar Keret, Juan Villoro y Antonio Ortuño.
Etgar Keret ha escrito “Escritura creativa”, en el que el protagonista, tras la experiencia de su mujer en el taller, decide también apuntarse a uno. Escribe los cuentos y las reacciones a esos cuentos y la reacción de su autora a esas reacciones, y también los motivos para asistir al taller y para escribir lo que escribe cada uno. Un relato muy bueno que se alimenta de cuatro relatos redondos.
Tres semanas después, Aviad se apuntó a un taller de escritura para principiantes en Beit Ha-Sofer. No le dijo nada a Maya, y para más seguridad le pidió a su secretaria que si llamaban de casa dijera que estaba en una reunión muy importante y que no se le podía molestar. Aparte de él, en la clase no había más que un grupo de mujeres mayores que le dirigían unas torvas miradas. La instructora era una chica joven y delgada que llevaba la cabeza cubierta con un pañuelo, y las mujeres del taller chismorreaban sobre si viviría en un asentamiento religioso en los territorios ocupados o si tendría cáncer. Ella les pidió que hicieran un ejercicio de escritura automática.
Juan Villoro ha escrito “Corrección”, que arranca, con una analepsis, también en un taller de cuento.
Leía nuestros manuscritos como si contuvieran una verdad honda que por el momento nadie podía descifrar. Enemigo de las cordialidades inútiles, nos criticaba con una severidad forjada en los años duros de su militancia y que nunca ofendió a nadie: Zimmer nos tomaba tan en serio que sus demoliciones eran una forma de la generosidad; había algo estimulante y aterrador en que nuestras historias importaran. Naturalmente, muchos descubrieron que ningún acto podía ser tan responsable como el silencio y dejaron el campo libre a los incautos.
Con referencias incisivas a la metodología, sobre el coordinador del taller:
Zimmer dosificaba los elogios a sus relatos, como si temiese que el joven prodigio pudiera quedar ciego ante su propia luz o que un taller de admiradores le resultara inútil y nos privara de atestiguar sus progresivos hallazgos.
O sobre los talleristas:
Los compañeros de taller son los infinitos borradores que nos han leído y las críticas no siempre justas que nos han dicho.
O sobre uno mismo (o el recuerdo de uno mismo):
A los 17 años, tomaba el taller como una arena de competencia. Había invertido demasiada pasión en los deportes y desconfiaba de las actividades sin campeones.
Y Antonio Ortuño ha escrito “La batalla de Hastings”. Con el coordinador del taller de narrador, una revisión del cura sin fe.
Los muertos iluminan la ruta de los vivos. Por eso leemos: para que se inflame una antorcha. Bajo su luz escribimos. Se lo digo con la convicción de un tallerista literario de cuarenta años con problemas domésticos, un tipo que va para viejo.
Descreído, amargado, pero lúcido:
Escribir es caer en una telaraña y no salir más, les digo, pero a veces uno cae y se queda paralizado, sin nada que agregar. Somos bardos mercenarios que escriben algo que escuchamos en otra parte para venderlo a los miserables que puedan pagar por él. Somos unos mentirosos que adornamos, pulimos, deformamos, embellecemos lo repulsivo y lo tracamos en presentable, incluso si intentamos reflejar el lodazal.
Y un poco más adelante:
Escribir es inventar quiénes somos y por qué estamos en este campo sucio, con una espada en la mano y una cota de malla que parece camisa de hockey, y es encontrar en una mentira absoluta las razones para embestir a la estampida de locos que corren hacia nosotros. […] No vinimos aquí a redactar, damas y caballeros, bestias y diablos: vinimos a cortar gargantas.
El grupo, la lectura, la motivación, la percepción del propio entorno, los trabajos de documentación, los proyectos colectivos, la confianza, con el coordinador y los compañeros, para la crítica y la autocrítica, como los elementos propios del taller, con los que ahora Laurent Cantet (director también de La clase) ensambla las preocupaciones de nuestro tiempo: la educación, la juventud, la nostalgia, la violencia y la crisis. [ver tráiler] [ver los cines en España donde se proyecta]
Los concursos del Club de escritura buscan ser ejercicios motivadores, un modo sugerente de trabajar propuestas para la práctica de la escritura. La plataforma del Club ha sido diseñada para facilitar la participación, la interactividad y la transparencia. Sus concursos son abiertos: desde el mismo momento en que se presenta una obra, esta se abre a la lectura, al comentario y a la recomendación por parte de cualquier visitante del club. Más adelante, la obra se somete también a la votación, en el entorno de un sofisticado sistema de programación y bajo el control de reglas destinadas a evitar abusos.
El nuevo editor de textos quiere servir de incitación al usuario para experimentar nuevas fórmulas narrativas. Lo que hemos hecho, por ejemplo, en “Escritura(s)”. Por texto entendemos también narrativas hechas a partir de fotografías, vídeos y música (registros que conviven a la misma altura).
La participación en este concurso, así como el registro en el Club de escritura, es gratuita. El concurso se dirige a las personas mayores de 16 años registradas en el Club de escritura. Se puede participar desde cualquier lugar del mundo. No optarán a los premios los trabajos presentados por los empleados de Paradójica SL -empresa gestora de Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja- o representantes de Fundación Escritura(s), ni sus familiares directos. En esta plataforma es necesario usar la identidad real, única forma de garantizar una única aportación por persona en cada actividad. Para optar a los premios se debe facilitar la dirección y teléfono que, en caso de duda, permitan verificar la identidad del concursante y/o votante y descartar la creación, por un mismo usuario, de varios registros bajo identidades diferentes.
Los participantes deberán registrarse en el Club de escritura y enviar dentro de la convocatoria de El taller de escritura: concurso de microrrelatos obras en los formatos admitidos. Este registro es totalmente gratuito y no supone ninguna obligación de compra.
La organización no mantendrá correspondencia sobre las bases del concurso. El participante debe leer detenidamente las bases completas. Puede consultar sus dudas también en Preguntas frecuentes.
Desde la apertura del plazo de votación a su finalización (de 18/06/2018 al 09/07/2018) se contabilizará el número de estrellas concedidas a cada relato.
En el periodo de votación popular cada votante debe puntuar un mínimo de 10 obras (y, en la medida de lo posible, comentarlas). No se contabilizarán votaciones inferiores a 10. El sistema garantiza la no contabilidad de los votos hasta completar el número obligatorio de votaciones.
Para optar a los premios es necesario que el participante haya votado ese mínimo de 10 obras. Los comentarios deben ser estrictamente literarios. Para ello puedes ver el tutorial con las pautas para comentar una obra literaria.
Podéis verlo completo aquí, con un índice para visionar el tema concreto que te interese.
Resultarán 100 obras pre-seleccionadas en atención a su puntuación y un jurado compuesto por profesores de la Fundación Escritura(s) y de Fuentetaja será el encargado de distribuir los premios en atención a la calidad de los trabajos elegidos. El jurado se reserva la potestad de incluir entre los premiados o menciones obras no pre-seleccionadas entre los 100 primeros en atención a su calidad.
El usuario se compromete a aceptar en todo momento el pacto ético del Club. Sus consideraciones resumen su espíritu y las normas básicas de conducta en su seno. La no observancia de este pacto podría suponer la exclusión del proceso de concurso.
Pacto ético para participantes, votantes y comentaristas
Primer premio a una obra elegida por el jurado de 500 euros en metálico
Premio al ganador de la votación popular: “Teoría y práctica del relato”, videotaller de Juan Villoro
Premio al lector más destacado, por la calidad de sus comentarios a las obras a concurso: “La tristeza de los detalles”, videotaller de Sara Mesa