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Taller eminentemente práctico que tiene como objetivo una reflexión sobre la coordinación de los grupos de escritura: el trabajo del coordinador, su formación, su papel, sus límites.
Tradicionalmente se ha dado por hecho que el lenguaje audiovisual lo entendía cualquiera solo con mirarlo. Simplificación que cobra ahora una renovada gravedad: todos llevamos hoy en el bolsillo una cámara que nos permite filmar. ¿Qué hacer con ella? En la escuela no nos enseñaron a leer las imágenes (entre otras cosas para evitar ser manipulados por ellas), mucho menos a capturarlas y a escribir con su ayuda. A pesar de que hoy las herramientas para comunicarnos y expresarnos con el vídeo son tan sencillas que las puede aprender a usar hasta un niño, el mundo de los adultos sigue instalado en una especie de atávica ignorancia. Como si en el fondo nos diese miedo asumir que podemos aprender a escribir también con imágenes y sonidos. Aunque nos arriesguemos a ser considerados analfabetos funcionales en un futuro nada lejano.
collage de Lola Dupré
El planteamiento de estos talleres surge de un hecho indiscutible: en las páginas pantallas, a las que nosotros también llamamos páginas de luz (en contraste con las tradicionales páginas de papel), la imagen -estática o en movimiento- es un recurso más de lenguaje, a la misma altura que la palabra. A nadie se le pasará por alto que esas páginas de luz, las pantallas, son el lugar donde pasamos hoy la mayor parte del tiempo leyendo y escribiendo.
Para todas aquellas personas interesadas en la creación literaria que son conscientes de que el aprendizaje de la escritura es un trabajo a largo plazo que requiere disciplina, paciencia y una reflexión permanente sobre los más diversos aspectos que involucra el proceso creador. Trata tanto los mecanismos que permiten desarrollar la imaginación como las técnicas narrativas más elaboradas.